Investigación: Arq. Nery González Fotografía. Ramiro Rodriguez Barilari
RELECTURAS CONTEMPORANEAS El piamontés E. A. Perotti “persona dignísima”, se afirmó entre nosotros como técnico de buen prestigio, pero ni su nombre ni sus obras aparecieron nunca en la revista de la Sociedad de Arquitectos y son contadas las veces en que a él se ha hecho mención en un aula universitaria. Cosa curiosa, siendo que entre 1908 y 1930 de su “empresa-estudio” surgieron obras que todavía hoy son una parte nada desdeñable de nuestro escenario urbano. Hoy algunas de esas obras cuentan con formal protección patrimonial;otras han sido objeto de intervenciones agresivas y su imagen se ha desmerecido, pero en todas es notoria una calidad constructiva que era también sello de su empresa. Una visión del conjunto de su producción justifica una puesta en valor de su aporte a la ciudad. Como bien dice Antonio Bona “No fue un Andreoni ni un Veltroni”, pero tuvo como pocos la capacidad de atender los programas en que se concretaban las necesidades y aspiraciones de sus comitentes con propuestas técnica y funcionalmente bien resueltas y en línea con los repertorios formales que dominaban en su tiempo (asumidos a pleno en la ampliación del Grand Hotel, resueltos con elegancia en el edificio para la familia Piquet, o cambiando de códigos, ya con aire “art Déco” en el edificio de calle Uruguay 1210-12). Reubiquemos entonces a Perotti en la historia de la arquitectura de la ciudad, lejos de la desmemoria. Arq. Nery González ***************************************************************************************** EUSEBIO ALBINO PEROTTI MAZZONE nació en diciembre de 1880 en la ciudad e Ivrea, provincia de Turín, realizando sus estudios de primera enseñanza y los de técnico en construcción en su ciudad natal. Llegó al Uruguay cuando apenas contaba con 17 años de edad; aquí se estableció, fundó familia y aquí vivió hasta el fin de sus días. No transcurrió mucho tiempo desde su llegada hasta el momento en que pudo abrir en Montevideo su propio estudio de arquitectura y empresa de construcción, trabajando en este rubro en sociedad con Pedro Gilardoni, cuya firma en calidad de “constructor” aparece en todos los expedientes municipales de obras realizadas entre 1908 y 1920 (todos fiscalizados por una rigurosa “Comisión de Estética”). Fue en ese período que Perotti -al decir de Horacio Araújo Villagrán (1)- adquiriría justa fama, destacando entre sus obras el Palacio Marexiano, en la esquina de Río Negro y Uruguay y el edificio de la rinconada de la Plaza Zabala, propiedad del Ing. Juan Storm, haciendo constar que “el Sr. Perotti es uno de los que han contribuido en forma más eficaz al perfeccionamiento de la edificación, sirviendo de ejemplo sus planos a infinidad de constructores”. Antonio Bona lo conoció de niño, y hoy recuerda: “Fue Perotti una persona dignísima -amigo de mi padre- al cual el único defecto que se le puede atribuir es el de su modestia. No fue un Andreoni ni un Veltroni, pero en su tiempo fue apreciado por su profesionalidad y también por su dedicación a los que se consideraban los TESOROS de la colectividad (la Scuola Italiana, el Hospital Italiano, las sedes de las grandes Asociaciones, los monumentos fúnebres)”. (1) Horacio Araújo Villagrán: “Los italianos en el Uruguay”1920.pg. 339