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LA MUSICA DEL TRECENTO – concerto

LA MUSICA DEL TRECENTO

Concierto conmemoración por los 700 años de la muerte de Dante Alighieri (Florencia, 1265 – Rávena, 1321)

El concierto es parte del proyecto MONTEVIDEO CAPITAL CULTURAL y fue declarado de Interés Ministerial por el MRREE

 

Órgano y dirección: Mtra. Cristina García Banegas

Irene Hernández y Guadalupe Verocay (sopranos)

Álvaro Cedrés (tenor/sopranista)

Marcelo Otegui (barítono/bajo)

Podés ver el concierto en el siguiente link:

https://us02web.zoom.us/rec/share/nt3X3_m7mPOHMg_m3m91SnxhpvHu4i893UdQM22ezcMj-YcI5CzqMx4IpM-zY7Bd.LPDDsEtIDeommPlO?startTime=1627508987000

 

PROGRAMA:

“Ecco la Primavera” (Ballata) Francesco Landini (c. 1325 – 2 de setiembre de 1397, Toscana) Ritornello della Ballata Angelica Belta – Francesco Landini

“Non al suo amante” – Jacopo da Bologna (Fl.ca. 1345) “Fenice Fú” (Madrigal) – Jacopo da Bologna

“Non so qual” (ballata) – (Lorenzo da Firenze ¿? – 1372/73)

“Appres’ un fiume” – Giovanni da Cascia (Fl. C.1350)

“Cara mie donna” – (ballata)- Francesco Landini

Canonic “Gloria in excelsis Deo” (Caccia)– Matteo da Perusio (o Perugia) (¿? – 1418, Perugia)

“Non avrà ma’ pietà” – Francesco Landini

“Tal mi fa guerra” – Niccolòda Perugia (Perugia, 13..–14..)

“A poste messe” – Lorenzo da Firenze

“Tosto che l’ alba” (Caccia) – Gherardello da Firenze (1320-1360 Florencia) “I’vo’ bene” (ballata) – Gherardello da Firenze

“Musica Son Già Furon Ciascun Vuol” (Madrigal) – Francesco Landini

 

Las formas musicales más importantes del Trecento fueron el madrigal, la caccia y la ballatta. Muchos de estas obras tenían por texto poemas de importantes poetas de la época como Petrarca (1304-77), Boccaccio (1315-1375) y Sacchetti (1335-1400).

La música italiana del siglo XIV, denominado Trecento, cuenta con una historia bastante distinta a la de la música francesa desarrollada en esa misma época debido, sobre todo, a las diferencias sociales y políticas que existían entre ambos países. Mientras que en Francia la monarquía proporcionaba una gran estabilidad, y adquiría un poder cada vez mayor, Italia estaba constituida por ciudades-estado cuyos gobernantes rivalizaban entre sí, dando lugar a constantes enfrentamientos.

Entre los principales lugares en los que se cultivó la música italiana se encuentran Bolonia, Módena, Perugia…, y, en particular, Florencia, epicentro cultural a lo largo de los siglos XIV, XV y XVI y cuna de obras como el Decamerón, de Boccaccio y el Paradiso degli Alberti, de Giovanni da Prato. Gracias a estos escritos se sabe que la música, tanto la vocal como la instrumental, era la gran protagonista de casi todas las actividades de la vida social italiana.

La primera generación de compositores de esta etapa se sitúa entre 1330 y 1350, y destacan: Jacopo da Bologna, Vincenzo da Rimini, Giovanni da Cascia, Gherardello de Florentia.

Mientras que una segunda generación de compositores abarca desde 1350 a 1390 y de ella forman parte Bartolino da Padova, Laurentius de Florentia, Paolo Tenorista y, por supuesto, la figura más relevante del Trecento italiano, Francesco Landini (nacido en Fiesole/Florencia, hacia 1335; fallecido en 1397). Ciego desde niño a causa de la viruela, su ceguera no le impidió convertirse en un poeta muy estimado, a la altura de Guillaume de Machaut o Philippe de Vitry, en un erudito, y maestro de la teoría y práctica musicales, y en un virtuoso de numerosos instrumentos. Su habilidad y destreza con el organetto, un pequeño órgano que tocaba con dulzura, decisión y gran maestría, hicieron de él un célebre organista imposible de olvidar, que carecía de parangón. Actuó como músico y poeta, y fue organista de la Catedral de Florencia.

Pero, además de intérprete, Landini también se destacó como compositor. De él se han conservado 154 obras (141 ballate, a dos y tres voces, 11 madrigales, a dos y tres voces, un madrigal canónico a tres voces, y una caccia a tres voces). La ballata, principal forma de la época de Francesco Landini, aparece a partir de 1365, primero a dos voces, luego a tres voces, desplazando la primacía que tenía hasta entonces el madrigal. Con su obra Piu bella donn’al mondo, Landini mostró su pericia compositiva, creando una ballata considerada como una de las más hermosas canciones de amor. La voz superior es la protagonista, mientras que la inferior sirve de acompañamiento (en ocasiones puede ser instrumental), y se desplazan en movimiento contrario. Los ritmos y los pasos melódicos son absolutamente cantables, para terminar con un giro típico de este compositor (síncopa y salto de tercera), que se hizo frecuente en el Trecento y llegó a bautizarse como cadencia Landino.